viernes, 28 de octubre de 2011

¡Ni siento ni padezco!

Camino despacio, más de lo que quisiera. Y mi yo interior no me deja. Grita en rebeldía que algún día volverás. Intento ignorarle, pero me tiran más los buenos momentos, y pienso que las cosas volverán a ser como antes. Sino, andaría mucho más rápido.
Vuelvo a pasar hoy por todas esas calles en las que esperé encontrarte días atrás. Por todos aquellos lugares donde tengo la certeza de que tú estuviste, aunque no conmigo. No al menos en una realidad cercana, pero quizá sí en la de mi mente.
Busco con la mirada entre la gente, y a lo lejos, aunque sé que no vas a aparecer. Hubieses aparecido hace menos de unos meses, pero no ahora. Ya no. Ningún motivo te podría traer hasta aquí. Nada te mantiene atado a este lugar. Fui yo quien dejó que eso continuase así hasta hoy, y soy yo quien cada día intenta romper esto un poco más. "Esto", que por otro lado, empiezo a pensar que nunca ha sido un algo.
Tengo que decirte, hoy, aquí, ahora, desde ya y para siempre, aunque jamás vayas a leerlo, que estoy completamente dividida. Las cosas han cambiado mucho, pero siguen haciéndolo.
Te perdí. Hace mucho ya. Pero es que cada segundo que pasa te pierdo todavía más, aún en su imposibilidad.
Simplemente no entiendo por qué si esto se ha apagado (y continúa apagándose), una pequeña parte de mi corazón confía en que te veré en el trayecto. Y, en caso de verte, no comprendo qué espero que suceda. Porque "nada" es la palabra que me da la respuesta.
Lo que más duele, es el hecho de no pensar tanto en ti, pero seguir haciéndolo.
Encapricharse con otra persona, aprender a sentir, pero teniendo tu espina todavía dentro. Muy clavada. ¡Pero sin herida!, ¡Ni siento ni padezco!, ¿qué pasa aquí?...
Da la impresión de que somos dos partes iguales, complementarias, proporcionales, que caen juntas. Así, cuando uno falla, fallamos ambos. Si tú estás mal, yo lo estoy. Y si yo no siento tú no padeces, y viceversa.
Tras todo esto solo tengo clara una cosa: lo que de verdad me asusta es que me importe que haya dejado de importarme. Sé que suena complicado, pero no hay más.
Ya no ocupas mi tiempo, pero a la vez sí. Y eso ni me afecta ni me deja de afectar.
Ahora otra persona renueva mi vida. Como un soplo de aire fresco. Como aire para mis pulmones. Y sin embargo, cada tarde de viernes, brisas antiguas se acomodan en mi estancia.

sábado, 15 de octubre de 2011

No hay palabra en el diccionario que defina como me siento...

Decepción. Miedo. Angustia. Tristeza. Frustración. Malestar. Desilusión. Gritos. Odio. Rabia.
Y es que solo son letras. Letras unidas, una detrás de otra. Palabras que expresan algo.. pero que no llegan a parecerse a lo que llevo dentro.
Me siento como un volcán a punto de erupcionar. Como un remolino. Un huracán que se lo piensa llevar todo por delante. Callarme las cosas solo contribuye al hecho de sentirme así. De este modo que no puedo explicaros. Solo puedo deciros que no es nada bueno. Y nunca lo va a ser.
Resignación es lo que llevo encima desde hace más de seis años. Y ganas de decir unas cuantas cosas a la cara y marcharme para no volver más también.
Pero así no funciona el mundo. No vale decidirse a ser mejor y no pensar en el resto. Aunque es lo que espero poder hacer algún día. Irme. Sin decir adiós excepto a ciertas personas que si lo merecen. Marcharme sin dar cuenta a nadie más que a mi misma de lo que tenga entre manos. De mis decisiones, de mi forma de ser, y de mis sentimientos. Y que os jodan. Así de claro.
Al fin y al cabo vosotros sois los culpables de todo esto. De querer convertirme en otra, de manipular las vidas ajenas y de mirar por encima del hombro. De la falsedad que acaricia el aire como una leve brisa, pero que lo contamina como ninguna otra cosa. "Hoy te quiero, mañana te odiaré". Esa no es mi filosofía de vida. Y estar con personas que sí la tienen no hace más que afectarme. Solo es eso. No sois lo que pareceis ser. Por mucho que se expliquen las cosas todo va a seguir igual. Y yo me niego a ser invisible más tiempo. No quiero vivír así. Estoy harta de aguantar tanto y además.. aguantarlo sin ningún fin. Para nada. El egoísmo de las personas, de eso se trata.
Os creeis buenos, y sois de lo peor. Haceis mucho daño. Lo más penoso es que en el fondo lo sabeis.

martes, 11 de octubre de 2011

¿No lo sientes?

No te das cuenta, ¿verdad?
La forma en que te miro, en que me sonrojo cuando de tus labios sale mi nombre, o como se me acelera el corazón cada vez que me tocas la nariz con la punta de tu dedo.
Probablemente si te dieses cuenta echarías a correr. Sé que no es lo que esperas de mi. Creo casi con seguridad que si en algún momento me atreviese a ir más allá de las apariencias, te horrorizarías.
Puede que me equivoque, y hasta deseo que sea así.. pero siento que esto podría acabar sin haber empezado si yo decidiese dar un paso más. (Paso más, que quizá sea un paso en falso).
Estaba tan ocupada en intentar negar la evidencia que olvidé lo que me decían los demás. Olvidé lo que me decía mi yo interior, y te olvidé a ti, ahí de pie, esperando una reacción. Aunque no sé a modo de qué.
Y así continua esto.. tú ahí, yo aquí. Distancia relativa.
Como si una noche cualquiera compartimos risas bajo un árbol, o si en cambio una capa de hielo me cubre de arriba a abajo y te ignoro fácilmente.
Y es posible que te sorprendas. O que te decepciones. En realidad, te dará igual, y en el fondo lo sé.
Ya basta de inútiles salidas imaginarias. De sueños que se cumplen en menos de una hora, porque lo hacen. A mi me pasa. Te veo en mi mente, tal y como quiero. Y al minuto apareces así, justo como pensaba.
Y siento miedo, alegría, fuego y frío. Alguien puede ir explicándome de qué va todo esto...
Más aún. Eres aquel. Aquel que un día decidió darme una oportunidad.
Todavía sigo con ganas de saber por qué no has dejado de intentarlo. Conmigo es de lo más sencillo morir en la búsqueda.

domingo, 9 de octubre de 2011

Vereis, siempre he creído que la vida es algo fantástico. Un regalo, una oportunidad, un tesoro. Pero a medida que pasa el tiempo y empiezas a ver el mundo de otra manera la decepción se convierte en tu mejor amiga. Cuando eres pequeño el tiempo se consume tan despacio que aquello de "Jóvenes para siempre" parece hacerse realidad a cada segundo que pasa. Como si en vez de ir en contra de las agujas, fuésemos a su compás. Da igual si tienes amigos o no, porque en el parque juegas con todos los niños. Y poco importa cuanto has engordado o adelgazado, porque nadie te gusta, así que a nadie tienes que gustarle.
Como lleves el pelo, la ropa que te hayas puesto, o si te lavaste los dientes después de comer son cosas tontas. Lo que importa es tirarse a rolos por la hierba cuarenta veces en una hora y saltar en los charcos de agua hasta mojar a tu madre mirándote al lado.
Pero cuando crecemos, las cosas cambian. Quizá más que cambiar, siguen igual que antes, solo que nosotros lo vemos y vivimos todo de otro modo. Y es entonces cuando sí importa tener amigos, que te escuchen, te aconsejen, te quieran...
Entonces sí te interesa estar en el peso ideal para que esa persona especial se fije en ti. El día que tienes el pelo como si acabases de meter los dedos en un enchufe, es el día en que desearías quedarte en casa desde que amanece hasta que se pone el sol. Si llevas un jersey de la temporada pasada crees morir, y no hablemos de cuando tienes que tomarte un chicle porque has salido demasiado rápido de casa y tus dientes no están precisamente brillantes...
Yo creía que la vida era un momento. Un momento compuesto de miles más, que tienen algún significado o meta. Pero cuando te paras a pensar y te das cuenta de que todo lo que sueñas probablemente no consigas realizarlo, o de que ya has malgastado en cierto modo lo que llevas vivido.. me pregunto yo, ¿qué pasa entonces? ¿Qué queda? ¿Resignarse y seguir viviendo?
Es más.. ¿qué es vivir? O mejor aún ¿quién sabe hacerlo? Yo declaro que no. No se. Se me da mal. De hecho me supera. A veces creo que si me despertase un día por la mañana, y me quedase encerrada en mi habitación todo el día, no supondría nada. Nada pasaría. Solo el tiempo. El jodido tiempo. Ése es mi gran enemigo. Tiempo que pierdes, nunca que ganas. El tiempo solo existe para orientarnos de algún modo. Pero a mi lo que me ha dicho siempre es "ey, ya estás un poco más muerta". Por eso vivo sin reloj. Nunca lo llevo. Lo único que hace es recordarme que estoy viviendo, y que eso es muy bueno, y a la vez muy malo.
Solo me ayuda a darme cuenta de que un día más, es a la vez, un día menos.

Empezar de cero siempre es algo positivo.

Hoy he decidido comenzar con un blog. Tengo otro, pero ha dejado de ser personal, y eso no me gusta. Llevo también un fotolog, dos cuentas en tuenti, twitter y facebook. Ah, también ando por el mundo tumblr. Y todo eso hace que me sienta más observada que otra cosa. No voy a dejar de utilizarlos, pero acabé por abrirme este blog sin avisar a nadie, poniéndolo privado, de modo que hasta dudo que alguien más que yo lea estas líneas, pero realmente lo necesitaba. Lo necesito. Llega un punto en el que no puedes más, o eso parece. Y para mí la única escapatoria es escribir. Sacar lo que llevo dentro. Decirlo así, ya que de otro modo no puedo. Y por eso estoy empezando con estas líneas. Llevaré esto a modo de diario personal, o algo por el estilo. Probablemente nadie entienda lo que escribo exactamente, pero eso me da igual, porque lo único que quiero es algo de intimidad. Aunque sé que es complicado. Como la vida. Complicada y maravillosa a la vez.
Parto de cero, hola.